El ‘beef’ de Chesterton a Churchill

G. K. Chesterton fue un historiador, periodista y novelista de fama internacional por todos conocido —especialmente por nuestros lectores habituales—.

Pero además, el viejo Gilbert era un hombre gordo, enormemente gordo, aficionado al comer y el beber y dado a sentarse solo en su club de Londres, sin alentar a ningún otro a acercarse. (Algunos han interpretado la circunferencia chestertoniana como una insignia de vigor antiprotestante, una especie de crítica adiposa al puritanismo).

Sin embargo, dicen que una tarde un joven miembro se atrevió a tomar una silla cómoda junto al gran escritor. Era el incontenible Winston Churchill, narrador, corresponsal de guerra, parlamentario y futuro gerente del esfuerzo de guerra británico en la Segunda Guerra Mundial. Winston, a quién también admiramos, tomó asiento y observó al señor Chesterton de cerca. Su interlocutor le devolvió la mirada y tomó su copa de brandy.
Winston dijo de repente: «G.K., ¡creo que estás embarazada!» Chesterton miró hacia abajo a su vasta barriga y respondió reflexivamente: «Probablemente tengas razón».

Decidido a continuar la broma, Winston preguntó, «¿y cómo lo llamarás; al bebé, quiero decir?». De nuevo, Chesterton miró a Churchill con una expresión inescrutable. Hizo una pausa y luego dijo: «Si es un niño, lo llamaré Gerald; si es niña, la llamaré Katharine, por Katharine Parr, a quien admiro; y si sólo son gases y meados, como sospecho, lo llamaré Winston».


LA CONTROVERSIA

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