Sylvain Tesson: «caminar es un alambique que destila las escorias del cuerpo»

Texto original de Sylvain Tesson. Traducido por La Controversia y publicado originalmente en el Institut Iliade pour la Longue Mémoire Européenne.


Camino para mantenerme delgado. Odio la grasa, no la de los demás -y a Dios pongo por testigo de que tengo buenos amigos gordos-, sino la mía propia.

Consideraría una derrota moral engordar kilos de más. El ascetismo físico refleja el ascetismo espiritual, y si quieres aligerar tu mente, debes aligerar tu cuerpo. Yukio Mishima tenía algunas cosas muy buenas que decir al respecto, aunque algo radicales, en El Sol y el Acero, un librito que escribió poco antes de ser enviado ad patres por el filo de su propia espada.

Caminar afila el cuerpo y despeja la mente. Cualquier dietista le dirá que caminar es una forma económica de regular el peso. Caminar es la dietética del movimiento. El caminante leñoso y nudoso es reconocible desde lejos. Se mueven por las ciudades y los caminos a la manera de Cocteau: ligeros, danzantes, montados sobre cojines de aire. Caminar es un alambique que destila las escorias del cuerpo.

Cuando me embarco en travesías de larga distancia, nunca soy propenso a enfermar: los cuarenta kilómetros diarios lavan mi máquina. El camino purga.

En resumen: permanecer delgado, beber vino, leer libros, acumular kilómetros, bañarse en el mar, escalar rocas, amar a tu mujer y morir violentamente: ésa debería ser la doctrina de todo caminante convertido al ascetismo del camino.


Sylvain Tesson, en la cabaña del lago Baikal

Sylvain Tesson (París, 1972) es un escritor, aventurero y geógrafo francés. Ha atravesado Asia Central en bicicleta, seguido la ruta de los gulags desde Siberia hasta la India, y pasado seis meses en una cabaña aislada junto al lago Baikal en Siberia, experiencia que plasmó en su obra «Dans les forêts de Sibérie». Caminante incansable, siguó las huellas del legendario leopardo de las nieves hasta los confines del Tíbet.

En 2014, su afición por trepar edificios le llevó a sufrir un grave accidente que dejó en él secuelas permanentes. A pesar de ello, no ha dejado de caminar: «la individualidad se expresa bellamente en el movimiento».

Imagen descatada: Thomas Goisque para Le Figaro Magazine

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